El viernes 19 de Abril se encontraron por vez primera
dos equipos que no se habían enfrentado en ninguna ocasión. Sin embargo, sin saberlo,
compartíamos algunas cosillas.
En primer lugar, Juanjo, nuestro número 16, llevaba a
toda su familia para que nos animasen, si bien, su corazón estaba dividido. Su
hija juega con El Pilar y su hijo con el Rivas. Él fue nuestro lazo de unión
con nuestros colegas del Pilar.
Yo misma, cuando entraba en el recinto, me sentí
transportada al pasado. Aún recuerdo los partidos que allí se disputaban hace
casi 30 años entre dos institutos rivales. Entonces no jugábamos a hockey sino
a baloncesto, pero El Pilar era un gran rival dentro y fuera de la pista. El
ambiente a esta edad se caldeaba más si existían noviazgos entre los jugadores
de un instituto y las chicas del otro, pues las hormonas pueden más que las
neuronas en los adolescentes. Y éramos rivales, con ese sentimiento exacerbado
de la adolescencia, y también amigos.
El juego comenzó, tres decenios después, con la
serenidad de los años, con ciertas ganas, como siempre, por jugar bien y
marcar, pero con el objetivo principal de pasar un buen rato. Lo cierto es que
la pista, aún más que los recuerdos, nos rejuvenecía, porque tuvimos que jugar
en la destinada a los benjamines, pequeñita y manejable, con la única excepción
de las esquinas y bordes que resbalaban por la arenilla y el polvo acumulado.
Como las carreras eran más cortas, los jugadores de ambos equipos aguantaron
muy bien el físico.
Roget, inauguró el marcador con un sensacional disparo; aunque el
juego del Rivas fue un poco desordenado al principio, tal vez por lo diferente
de la pista o por un “empanado general” del equipo, gracias a este gol, poco a
poco, el visitante tomó confianza y los tiros a puerta se sucedieron. Aquí
entró en juego la estelar actuación del portero que jugaba en esta jornada con
el equipo del Pilar, un alevín o infantil que, desde luego, tenía nivelazo,
fortaleza, valentía y reflejos para no verse sorprendido por los contraataques
rivales. Con todo, el primer tiempo concluyó con un 0-2, fruto de los goles de
Roget y Jorge.
En el segundo tiempo, Juanjo, dejando su “corazón
partío” y demostrando su calidad, marcó otros tres tantos. Jorge, por su parte,
remató un partido excepcional con dos disparos imparables que se sumaron al
marcador del Rivas.
También fue de destacar el constante peligro que
creaba Belén en la portería del Rivas; a punto estuvo de marcar en numerosas
ocasiones. Pero nuestra gran portera, Eva, no se dejó amedrentar por los
constantes ataques rivales y, hasta prácticamente los últimos minutos,
permaneció imbatida. Fue Alberto, excelente jugador del Pilar, quien abrió el
marcador para su equipo en las últimas jugadas.
Los jugadores del Pilar, como enormes rivales que son,
no dejaron de presionar. Defendían al hombre, después pasaron a defender en
cuadrado y volvieron a la defensa individual en los últimos minutos del partido
incrementando aún más su presión sobre el Rivas. Pero el tiempo corría en su
contra y el partido finalizó con el marcador 1-7.
¡Qué buena crónica!
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